La práctica de Andrés Anza se distingue por el uso de la cerámica como medio para dar forma a seres amorfos que parecen habitar un ecosistema surgido del imaginario abstracto. A través del volumen, el relieve y una textura intencionalmente excesiva, sus piezas reclaman ser observadas desde múltiples ángulos, estableciendo una relación física y contemplativa con el espectador. Mirarlas es tanto un ejercicio de reconocimiento como una invitación a enfrentarse a lo desconocido.
Su obra ha sido parte de numerosas exposiciones en México y el extranjero, con presencia en países como Italia, Dinamarca, Francia y Suiza. En 2024, fue galardonado con el primer lugar del Loewe Foundation Craft Prize, otorgado por la Fundación Loewe en París, Francia, y también recibió el Officine Saffi Award, consolidando su proyección internacional dentro del campo de la cerámica contemporánea.